sábado, 30 de octubre de 2010

La última tontería del gobierno...

y van muchas...¿Cuál es? La prohibición de juegos sexistas en el recreo de los colegios. ¿Cómo se os queda el ojete después de leer esto? Dudo que pueda existir una ley más estúpida que esta, lo que sí creo es que hay políticos mucho más gilipollas. Me imagino a la muchachada jugando a padres y madres, a las cocinillas o cosas por el estilo y un señor iluminándoles con la verdadera igualdad que no es otra que petarse el culo como buenos maricones y practicar juegos asexuales (si es que un juego tiene sexo). Hasta el patio de un colegio quiere llegar la mano censora del gobierno y su afán por prohibir todo lo que no le gusta con la escusa de SU igualdad y SU libertad. Me imagino que lo siguiente será prohibir “Indios y baqueros” por ir contra la multiculturalidad y hacer apología de un genocidio, castigar a una chica por jugar con una muñeca, perdón una criatura (como le gustaba a la exministra) o que las chapas sean por PPV. ¿Y quién será el encargado de prohibirlo? Pensáis en un profesor dando vueltas sin cesar en busca del juego machista, creo que ese no es ni debe ser su cometido. Me parece patético que en la “magnífica democracia” que estamos se les prohíba a chavales de 6 o 7 años jugar LIBREMENTE a lo que ellos quieran.

jueves, 28 de octubre de 2010

martes, 26 de octubre de 2010

Radeberger




Cambiando un poco de estilo, esta vez os traigo hasta aquí la experiencia vivida con la cerveza Radeberger, la pilsener por excelencia. La cerveza es de origen alemán más concretamente de la ciudad de Radeberg donde se sitúa su fábrica que data del 1872, cerca de Dresde. Para los que no estéis muy puestos os preguntareis que es “eso” de pilsener, pues bien no es ni más ni menos una variación de cerveza rubia con una graduación aproximada de 5º (del origen de esta variedad de cerveza ya hablaremos en otra ocasión) y con un color limpio característico.
Nada que ver tiene esta cerveza con las cervezas negras que hasta ahora hemos visto, esta es un cerveza delicada, como os imaginareis bastante menos “contundente” que una cerveza negra. Como hemos dicho anteriormente tiene un color limpio, más concretamente un oro muy cristalino. Con un sabor muy suave, con el toque justo de lúpulo para saber que se trata de cerveza. Es ideal para beber en copa, y no en jarra.
Para ir terminando yo me hice con ella en el formato de cristal también se puede encontrar en lata ambas de medio litro, y no es muy difícil de encontrar.
Como anécdotas durante la etapa comunista en la RDA se usaba como moneda para obtener productos del otro lado del muro, a demás es el proveedor de Palacio por la Real Corte de Sajonia.
Os invito a que visitéis su página web (tiene la opción de castellano http://www.radeberger.de/), aquí os dejo un video para que se os pongan los dientes largos




lunes, 25 de octubre de 2010

viernes, 22 de octubre de 2010

jueves, 21 de octubre de 2010

Leire Pajín

Aqui os dejo un comentario que he leido informandome sobre el cambio de ministros, esta es lo que dice de Leire Pajín y su entrad en el ministerio de sanidad:
-Expaña tiene nueva menestra. Esto es el principio del fin, una socióloga por la Universidad de Alicante en el gobierno. La incultura, el analfabetismo en grado sumo. Lo sé porque yo también soy licenciado en sociología, justo un año antes que ella. Lo bueno es que los sociólogos frustados sabemos que ahora, a pesar de la inutilidad de nuestra carrera podemos llegar algo, eso sí si nuestros padres son influyentes progres, nosotros mismos somos piji progres y estamos dispuestos a alabar al líder supremo (ese de la conjunción planetaria con Obama) Ahora que lo pienso en la carrera había muchos de esos, rojos de salón, con buenos coches o motos y pañuelos saharauis, que vivían en la playa o en chalets. Pena de país.
Yo tampoco entiendo que hace una socióloga en el ministerio de sanidad, o gente que se manifestaba contra la OTAN en el de defensa o ministros que cambian de cartera como si de sillas se trataran.
¿Para cuándo ministros que sepan algo de su ministerio?¿Para cuándo un militar de ministro de defensa?¿Para cuándo algo normal en la puta democracia?

La fiel Infanteria


Aún no se había inventado la fotografía; pero aquel tipo, Velázquez, recogió el momento. Estábamos allí, engalanados como para el Corpus, y a lo lejos Breda estaba en llamas. La verdad es que nos habíamos ganado a pulso el asunto, después de ocho meses dale que te pego, tragando miseria en los parapetos; cavando trincheras, zapa va y zapa viene, con los holandeses haciendo salidas y acuchillándonos en cuanto cerrábamos un ojo. Pero allá ondeaba, en el campanario, el lienzo blanco, grande como una sábana. Al final les habíamos roto el espinazo. Nos alinearon en el centro, capitanes delante, guardia de piqueros y mosquetes a la derecha, más o menos en orden, aupándonos sobre la punta de los pies para verle la jeta a los holandeses. El capitán Urbieta nos puso en las filas delanteras a los que teníamos la ropa menos harapienta, empeñado como estaba en que impresionásemos al enemigo con nuestra marcial apariencia. La revista de la mañana había sido un calvario: diez azotes por cada falta de aseo y descuido en la vestimenta. Como dijo Antonio Muñoz, mi paisano, para qué puñetas queremos impresionarlos más, capitán, después de que los hemos fastidiado así de bien, que hasta se rinden, los herejes. Si eso no es impresionar a esos hideputas, que baje Cristo y lo vea. Y Urbieta, la mano en el pomo de la espada, mordiéndose el bigote para mantenerse serio, recetando cinco latigazos y medio rancho para el pobre Antonio, por bocazas y por meter al hijo de Dios en estos lances. El caso es que allí est de los incendios, con manchas de sol que iban y venían entre las motas grises de las fortificaciones y los edificios, Breda a nuestros pies. Sitúense ante el cuadro y miren a los holandeses, a la izquierda del lienzo. Observen sus caras. Habían subido la cuesta despacio, tomándose su tiempo, como si los que iban a rendirse fuéramos nosotros. Y Justino de Nassau endomingado como para una boda, bajándose del caballo con cara de asistir a su propio funeral, mirando alrededor como un sonámbulo, intentando digerir la humillación mientras procuraba mantener el porte digno. Al pobre diablo le temblaba la mano que sostenía la llave de la ciudad. Algunos de sus oficiales eran muy jóvenes, demasiado para emplearlos en negocio como la guerra, crecidos en campos fértiles, con llanuras y ríos y graneros bien abastecidos, comiendo caliente desde renacuajos. Burgueses cebados y con mucho que perder. Había uno de sus cachorros, rubio e imberbe, jovencito, con casaca blanca y manos de damisela que, aunque destocado por el protocolo, miraba con desprecio nuestras botas con remiendos, las barbas mal rapadas, nuestras caras de lobos flacos, peligrosos y arrogantes. Y hasta tal punto galleaba el mozo que mi capitán Urbieta, que tenía el genio vivo, empezó a retorcerse el mostacho y a acariciar el pomo de la espada, sugiriendo una sesión privada de esgrima. Un compañero del holandés captó el gesto y, poniendo la mano en el hombro del joven oficial, lo reconvino en voz baja hasta que éste bajó los ojos humillado y furioso, a punto de romper en lágrimas. Demasiado tierno, como casi todos ellos. Así les había ido la feria. A la derecha estamos nosotros; mi lanza es la tercera por la izquierda. En torno sonaban redobles, cascos de cabalgaduras, capitanes dando órdenes como latigazos. Y allí, descabalgando, nuestro general, con media armadura negra rematada en oro, cuello de encaje y banda carmesí, el apunte de una sonrisa en los labios, Ambrosio Spínola, el viejo zorro. Con aire de circunstancias, pero disfrutando por dentro el espectáculo. Al fin y al cabo, aquélla era su fiesta. Lo que son las cosas de la vida. Cuando la gente se para ante el cuadro, en el museo, son Spínola y el holandés, el jovencito imberbe y la plana mayor de nuestro general, quienes acaparan todas las miradas. Nosotros só1o somos el decorado, el te1ón de fondo de una escena en la que hasta el caballo de don Ambrosio, sus cuartos traseros, parece tener más importancia. Y sin embargo, allí en Breda como antes en Sagunto, Las Navas, Otumba o Pavía, o después en los Arapiles, Baler, Annual o Belchite, quienes en realidad hacíamos el trabajo duro éramos nosotros. Los nombres dan igual, porque durante siglos fuimos siempre los mismos: Antonio de Úbeda, Luis de Oñate, Álvaro de Valencia, Miguel de Jaca, Juan de Cartagena... Con la España que teníamos a la espalda, no había otra solución que huir hacia adelante. Por eso éramos, qué remedio, la mejor infantería del mundo. Secos y duros como la ingrata tierra que nos parió, hechos al hambre, al sufrimiento y la miseria. Crecidos sabiendo lo que cuesta un mendrugo de pan. Viendo al padre, y al abuelo, y a los hermanos mayores, dejarse las uñas en los terrones secos, regados con más sudor que agua. A la madre silenciosa y hosca, atizando el miserable fogón. Salidos de ocho siglos de acogotar moros o de acuchi1larnos entre nosotros, crueles e inocentes a un tiempo, traídos y llevados a través del tiempo y de los libros de Historia so pretexto de tantas palabras huecas, de tantos mercachifles disfrazados de patriotas, de tantas banderas a cuánto la vara de paño de Tarrasa, de tantas fanfarrias compuestas por filarmónicos héroes de retaguardia. Fíjense en nosotros: siempre al fondo y muy atrás, perdidos, anónimos como siempre, como en todos los cuadros y todos los monumentos y todas las fotos de todas las guerras. Soldados sin rostro y sin nombre, carne de cañón, de bayoneta, de trinchera. La pobre, sudorosa y fiel infantería. Después, en los primeros planos y sobre los pedestales de las estatuas siempre aparecen otros: los Spínola que nunca se manchan el jubón, y que aún tienen humor y elegancia para decirle al holandés no, don Justino, faltaría más, no se incline. Estamos entre caballeros. El resto queda para nosotros: cruzar un río helado entre la niebla, en camisa para confundirnos con la nieve, la espada entre los dientes minados por el escorbuto. Levantarse y correr ladera arriba con la metralla zumbando por todas partes, porque al capitán, aunque es una mala bestia, nos da vergüenza dejarlo ir solo. Quedarte sin municiones en la Puerta del Carmen de Zaragoza y empalmar la navaja tarareando una jotica para tragarte el miedo, mientras los gabachos se acercan para el último asalto. Hacerse a la mar porque más vale honra sin barcos, dicen, en buques de madera ante los acorazados de acero yanquis. Morir de fiebre en la manigua, degollado en Monte Arruit por la ineptitud de espadones con charreteras. O cruzar el Ebro con diecisiete años mientras la artillería te da candela, el fusil en alto y el agua por la cintura, con los compañeros yéndose río abajo mientras en la orilla los generales y los políticos posan para los fotógrafos de la prensa extranjera. Échenle un vistazo tranquilo al lienzo, sin prisas, e intenten reconocernos. Somos la humilde parcheada piel sobre la que redobla toda esa ilustre vitola de los generales y los reyes que posan de perfil para las monedas, los cuadros y la Historia. Y cuántas veces, en los últimos doscientos o trescientos años, no habremos visto ante nosotros, mirando con fijeza hacia el modesto rincón que ocupamos en el lienzo, un rostro de campesino, de esos arrugados y curtidos por el sol como cuero viejo. Un rostro parado ante el cuadro con aire tímido y paleto, dándole vueltas a la boina o el sombrero entre las manos nudosas, encallecidas, de uñas rotas. Los ojos de un hombre indiferente a la escena central del cuadro, buscando aquí atrás, en la modesta parte derecha de la composición, al fondo, bajo las lanzas, entre nosotros, una silueta confusa, familiar. Tal vez la de aquel hijo al que una vez acompañó un trecho por el sendero que conducía al pueblo, llevándole el hato de ropa o la maleta de cartón, liándole el primer cigarro. El hijo al que, ya parado en el último recodo, vio alejarse con su pelo al rape, las alpargatas y el traje de domingo, llamado a servir al rey. Hacia una guerra lejana e incomprensible de la que no habría de volver jamás. Fíjense en el cuadro de una maldita vez. Nosotros le dimos nombre y apenas se nos ve. Nos tapan, y no es casualidad, los generales, el caballo y la bandera.
Autor: Arturo Pérez Reverte

Unas risas...


martes, 19 de octubre de 2010

¿Mujeres? No gracias

Esta tarde partido contra el Milán, no entrare a valorar el encuentro en sí, hablare de algo distinto…las novias en el futbol. Aun me acuerdo de esa noche…yacía en el lecho conyugal cuando tras realizar el coito 7 o 10 veces (como los cronistas antiguos siempre hay que barrer para casa jeje) me hizo la pregunta:
-¿Cuándo me vas a llevar a un partido de futbol?
Nunca debí haber contestado a esa pregunta…Al siguiente fin de semana me vi subido en el coche con ella yendo dirección al Bernabéu. Por suerte o por desgracia (según se mire) no vivo en Madrid y tengo algo más de una hora de viaje en coche hasta llegar al lugar habitual donde amenizar las horas previas al partido. Este recorrido siempre lo realizo con mi hermano (tengo la suerte de poder ir juntos a los partidos) y si os soy sincero en los años que llevo viajando para ver a nuestro RMCF, ha sido en esas horas donde más hemos aumentado nuestro vinculo como hermanos (aparte de los partidos claro está). En esa hora te cuentas los problemas con las mujeres (como no podía ser de otra forma), lo hijo puta que es tu jefe, las anécdotas del sábado y así un largo etc. Sin embargo con la novia se habla de la amiga que tiene el mismo suéter que el suyo, de lo fuerte que le parece que tal y cual lo hayan dejado y que jamás te la chupará conduciendo, pero lo peor está por llegar.
Cuando estás en TU calle con TUS correligionarios solo piensas en el equipo rival, si se han desplazado sus hinchas y del suministró de cerveza o de minis de cualquier bebida espiritosa. Mientras que con la compañía femenina es inevitable dar la típica vuelta alrededor del estadio, ver llegar a los jugadores en bus y todo esto aguantando las insoportables trompetas, los frikis-difrazados y de mas mierda. Todo esto alejado de tu hábitat natural…tu calle y tu bar!!!! Y encima sin privar!!!!
Cuando por fin termina el partido te dice seriamente y casi enojada:
-Anda que me has hecho caso en todo el encuentro.
Lo siento, por ahí ya no pasas, una vez dentro solo piensas en cantar y pasarlo bien, ¿ que quieres que te este haciendo carantoñas? ¿Quién fue la que no me la quiso chupar en el coche? Se siente… fuera de coña, hay no estás para nadie. Solo quieres darlo todo e irte a casa contento por el trabajo bien hecho y con la voz rota…
Por suerte esa pajarraca me dejo (quiero pensar que por mi forma de ver la vida) y la verdad es que desde ese día me prometí que jamás volvería a llevar a ninguna novia al futbol. Algo parecido le sucedió al autor de fiebre en las gradas (no con este ejemplo) pero viene a decir algo así: El día de partido y sus horas previas es algo especial para nosotros, como un ritual, y una mujer o un amigo (de los que solo aparecen en los partidos importantes) que no lo perciba como nosotros, será un estorbo.
Para terminar solo diré ¡¡¡Milán, Milán van fan culo!!!! Menos mal que ninguna mujer me preguntará el por qué de gritarles esto.

domingo, 17 de octubre de 2010

sábado, 16 de octubre de 2010

jueves, 14 de octubre de 2010

Iván el terrible...

Volvemos a la rutina después de este puente, que ha sido un pequeño paréntesis. La verdad es que me lo perdí… ¿el qué? Pues está claro, la actuación de los ultras serbios (igualitos que los “ultras” que pitaron al presidente el día de la hispanidad). Tras ver las imágenes creo que se cumple algo que llevo tiempo pensando, y me imagino que como yo alguno más que este metido en el mundillo de las gradas compartirá mi sentir.
Y es que la zona de Europa del Este está a otro nivel si hablamos de gradas, atrás queda la época dorada de los hooligans y los tifosi, o el período de finales de los 80 principio de los 90 en España. En mi humilde opinión (y que conste que no me las quiero dar de erudito) esta gente sí que tiene peligro actualmente. Que quede claro que no estoy despreciando o minusvalorando a italianos e ingleses, pero por un par de cosas la gente del Este está en otro liga. En muchas ocasiones por que están como España o Inglaterra hace 20 años en cuanto a legislación-multas y seguridad en el futbol o bien por su cultura de pegarse de hostias, o por la connotación política que pueda tener el suceso contra los italianos…

P.D: Simplemente era un apunte que quería hacer, y es un pensamiento propio, que nadie piense que yo solo me meriendo a 50 italianos y me ceno a 80 ingleses, aun quiero conservar mis dientes…

viernes, 8 de octubre de 2010

12 de octubre...

Tras un “fin-de” y el resto de la semana atareada por culpa del trabajo, este bebedor de lúpulo se va de puente. No sin antes animar a todos a disfrutar del día de nuestra nación, aun que a lo largo de nuestra gloriosa historia hay muchos días que también merecen la pena ser recordados. No sé por qué me da que este año puede ser diferente…más patriótico, con esto de la selección la gente parece que ya se ha quitado el estigma de la bandera nacional, igual me equivoco, lo que si se es que yo enarbolare la bandera nacional allí donde este. Pues eso, disfrutar todos de estos días, y los que no tengáis puente seguro que con unas cervezas y algo de pensamiento inconformista se hará mas llevadero.

jueves, 7 de octubre de 2010

Made in Spain...







Si, es lo que parece. Últimamente estoy muy movido, haber si este puente engañamos alguna porque si no....



En la linea de combate


Por aqui os dejo un enlace de una página, que como no podia ser de otra forma, tiene "peligrosos pensamientos": http://enlalineadecombate.blogspot.com/


martes, 5 de octubre de 2010

Estan locos estos gitanos...

http://www.antena3.com/noticias/sociedad/sucesos/muere-electrocutado-menor-cuando-robaba-cable_2010100500069.html#

Y yo pienso una cosa, por que en ved de meter la mano entre cables, no les da por coger un pico y una pala...