martes, 24 de agosto de 2010

La División Azul en Línea


Aquella batalla diaria, sin grandezas ni apoteosis, ¡Cuánto esfuerzo y cuánta sangre, en cambio, no exigía! La atención estaba tensa, sobre todo en nuestras responsabilidades del Estado Mayor. Era menester fortificar constantemente. Prevenirlo todo ¡”Achtung Panze” o “Minen”!, se leía en multitud de letreros repartidos con profusión por el frente. Se trabajaba con la zapa, tanto, al menos, como con el fusil ametrallador. ¡Atención también a los golpes de mano! Los golpes de mano eran las batallitas cotidianas, fértiles en bajas, sin embargo, que tejían aquella larga y gloriosa historia de la epopeya azul. Golpes de mano, en los que variaban los efectivos más o menos, pero en los que siempre había derroche de heroísmo. Eran las batallas diarias de nuestros magníficos oficiales; de la pequeña táctica que hace, sin embargo, siempre la gran táctica de la guerra de trincheras. Era menester estar atentos a cualquier eventualidad; en el ataque y en la defensa; para la acción inmediata del contraataque y de la artillería. ¡Aquellas irregularidades del frente, cuán presentes las teníamos en la mente! ¿Intentaba el ruso un golpe de mano sobre la posición del “Dedo”, por ejemplo, que dominábamos así por ser un saliente estrecho y pronunciado? He aquí el interrogante que no podíamos eludir. ¡Atención a la información, sobre todo, a lo que hacía o a lo que podía pensar hacer el enemigo; a la declaración del evadido o del prisionero; al duelo artillero, que intensificaba, con frecuencia, de vez en cuando, el bronco y estruendoso estampido del “Cañón del Coronel”; a los servicios; al relevo de tropas; a la instrucción; a la moral singularmente de la tropa! Y siempre bajo el huracán de fuego; unas veces desenfrenado, como en aquel cañoneo de 16 baterías sobre nuestro pequeño sector, en la fecha gloriosa del 18 de julio, otras, en la rutina del hostigamiento incesante y machacón del martilleo de 200 a 300 proyectiles de cañón cada día. Como en la novela famosa, también en aquellas jornadas, en efecto, en las que quizá comunicábamos al mando superior que no había novedad, alguien moría por Dios y por España en la estepa helada o embarrada de aquel frente terrible del Este. ¡Un compañero más que se quedaba allí, que se iba y nos dejaba para siempre! ¡ “Yo tenia un camarada…”!

Aún me acuerdo del día que me hice con el libro “La división azul en línea” sobre todo por ser uno de los primeros que paso a formar parte de mi “peligrosa” biblioteca personal. Pase a una librería a por cualquier artefacto para intentar llevar a cabo decentemente la tarea de dibujo técnico que por aquel entonces realizaba en bachillerato. Pero sin embargo me llamo la atención un escudo en el canto de una de las obras que estaba en la cumbre de una estantería, allí se podía ver en lo alto…el escudo de la división azul. Inmediatamente le dije al dependiente que me lo bajara para echarle un vistazo, me esperaba otro libro con tópicos sobre esta gloriosa unidad. Lo mejor fue descubrir que estaba escrito “desde dentro”, por el jefe del Estado Mayor de la División Azul: TCol. D.José Díaz de Villegas (independientemente de su franquismo algo rancio).
En lo relativo al libro su primera edición data del 1967 la primera reedición, la que yo tengo y creo que la única, es del 2003 de la editorial Acervo. Podemos encontrar en el mismo dos partes bien distintas la primera: “Estampas ruso-divisionarias”, aquí podremos leer todo lo relacionado con la vida y el día a día de la División, mientras que en una segunda parte llamada “Anatomía, Fisiología y Psicología de la División” encontraremos datos mas técnico-militares en lo referente a la 250.
La verdad es que la parte mas interesante es la primera donde podemos leer como se vivía en el acuartelamiento español, como no, también hay un capitulo al “General invierno”, así como al vodka y su utilización por parte del ejercito rojo…entro otros temas.
Pues nada otra recomendación mas que os dejo por aquí.


La carrera de la vida es breve, la de la gloria, eterna-Cicerón.

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